En el cerro Concepción.
Llevo un poco de retraso en mi blog, pero en este caso tengo excusa: en medio de una isla del Pacifico la conexión a Internet es pésima (el nombre de ese lugar, en la próxima entrega).
Antes de nada, tengo que confesar que cuando planificamos nuestro viaje, la idea era recorrer todo Chile en autobús, de norte a sur. No obstante, tras consultar nuestra guía de viajes nos dimos cuenta de que entre Antofagasta y Santiago de Chile no había demasiados lugares interesantes. Además, la perspectiva de pasarnos otras 20 o 25 horas en bus nos hizo modificar nuestros planes y coger un vuelo que nos llevara directamente a la capital y, desde ahí, ir a pasar unos días a Valparaiso.
Valparaíso
Esta ciudad costera, que en otros tiempos fue muy importante, hoy en día ha perdido gran parte de su lustre y esplendor, luciendo bastante sucia y descuidada. Si en su día fue un imprescindible puerto de escala para balleneros y barcos comerciales (antes de que se construyes el Canal de Panamá), hoy funciona fundamentalmente gracias al tráfico de contenedores y a la presencia cercana de Viña del Mar, lugar de reposo de los santiaguinos adinerados.
Aún así, Valparaíso no carece de atractivos y, de hecho, aquí pasó largas temporadas Pablo Neruda, en un casa apodada La Sebastiana, hoy un lugar de visita imprescindible. El ambiente bohemio y marinero todavía se aprecia en gran parte de la ciudad, sobre todo en los cerros que se elevan sobre la franja costera, a cada cual más escarpado.
Ascensor del cerro Polanco
Nosotros, de hecho, estábamos alojados en el cerro Artillería, en uno de los extremos de la ciudad, cerca de un mirador. Otros cerros famosos que exploramos son el de Concepción (el más turístico), el de Polanco o el de Bellavista, a muchos de los cuales se puede subir en pequeños vagones de cremallera.
Otra de las atracciones de la ciudad son sus murales, omnipresentes y de temática muy diversa. Los hay de todos los tamaños y colores, en medianeras, escaleras, fachadas o incluso en farolas. Algunos son lúgubres y otros fantasiosos, unos de estética cómic y otros reivindicativos. Curiosamente, en muchos de ellos aparecen gatos.
Mural
Dicen de Valparaíso que es la capital chilena de los graffitis, pero para mi es realmente la capital mundial.
Y hablando de gatos, tengo que mencionar una curiosidad que se ha repetido en todos los países en los que hemos estado: la presencia de un sinnúmero de perros callejeros. Desde el Yucatán hasta Chile, abundan los perros que se pasean por las calles, sin tener dueños aparentes, y en perfecto convivencia con los seres humanos. Se tumban en medio de las aceras, entran en los locales, cruzan las calles ajenos a los coches. Eso sí, son todos muy pacíficos y están todos bien alimentados (la gente les suele poner cazos con agua y comida). Uno llega a acostumbrarse a verlos en todas partes, pero no deja de ser curioso.
Para acabar, tengo que hacer un inciso para comentar un suceso desagradable (también el único) que me ha ocurrido en este viaje. Una noche, yendo solo por la calle, tuve la mala suerte de ser atracado a punta de pistola por dos individuos, en un visto y no visto. Afortunadamente, no ocurrió nada grave y, como suelo llevar pocas cosas encima, sólo me quedé sin móvil y sin mi carnet de conducir. Al final, ni en México ni en Guatemala: me fue a pasar en el país más rico de Latinoamérica.
Como veis, sigo vivito y coleando, así que no os preocupéis, sobre todo si a alguno le debo dinero...
Bueno, esta entrada es un poco más corta de lo habitual, pero reservo mi prosa para el siguiente destino, que seguramente os gustará mucho. Hasta pronto.