26 Aug
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Calle Jonkers, Malacca

Cuando los portugueses llegaron a las Indias Orientales (Malasia, Indonesia) poco imaginaban que las especias iban a cambiar el comercio mundial para siempre. Ellos fueron los pioneros, pero los holandeses y, posteriormente, los ingleses, fueron quienes dieron un impulso sin precedentes a las rutas comerciales con Europa. 

Malacca es uno de los lugares que fue testigo de este auge y (posterior) caída del llamado "oro de la Edad Media". Esta ciudad fue nuestra primera parada en Malasia tras salir de Singapur y, como el resto del país, nos sorprendió más que gratamente. 

Siglos antes de la llegada de los europeos, Malacca ya era una ciudad de comerciantes, muchos de ellos venidos de allende los mares: árabes, indios, chinos y malayos cohabitaban y negociaban con especias, seda, metales preciosos y otros productos. Cuando los portugueses arribaron y conquistaron la ciudad, la convirtieron en un puerto clave para el tráfico de mercancías entre China y la India, siendo ésta una etapa más hacia el destino final de los productos: Europa. 

Casa del Gobernador, Malacca

Hay en la ciudad vestigios de todas las potencias coloniales, predominando el estilo neerlandés sobre los demás. Tanto en el antiguo ayuntamiento como en las casas particulares, se nota la imprenta de los Dutch. No obstante, si algo sobresale en Malacca y en el resto de Malasia es la mezcla de estilos arquitectónicos, fruto a su vez de la mezcla de culturas y razas. Así, en Malasia hay comunidades muy importantes de chinos e indios, que imprimieron sellos característicos a sus barrios. Los Baba-Nyonya, por ejemplo, son los chinos que llegaron en el siglo XV y se mezclaron con los malayos, aunque sin renunciar a su cultura. En Malacca está una de sus comunidades más importantes (junto con Penang y Phuket), congregándose la mayoría de sus comercios en Jonkers Street. Ñas

Por lo que se refiere a los atractivos de la ciudad, merecen la pena el paseo por las riberas del río, las calles comerciales del barrio chino, los restos de la fortaleza portuguesa y los múltiples museos esparcidos por la ciudad (más de 15). Nosotros visitamos el Museo Marítimo, que cuenta con una reproducción a escala real de una nao portuguesa, así como el Palacio del Sultán, construido íntegramente en madera (sin clavos) y que cuenta con una interesante colección de textiles y varios dioramas explicativos. 

Fiesta budista

Además, también hay muchos templos budistas e hinduistas esparcidos por la ciudad. En uno de ellos tuvimos la ocasión de presenciar una procesión con varias cofradías, cada una de las cuales llevaba un altar al que sacudían en todos los sentidos al ritmo de tambores y gritos variados. 

Torres PetronasNuestra siguiente parada fue Kuala Lumpur, la capital de Malasia, una vibrante metrópolis de 8 millones de habitantes más en la línea de Singapur que de Yakarta. A diferencia de ésta, es una ciudad moderna y con un buen sistema público de transporte, con múltiples rascacielos entre los que sobresalen las archifamosas Torres Petronas. Con sus 452 metros de altura, son el edificio más alto de la ciudad, aunque en breve serán sobrepasadas por la torre Merdeka ("independencia" en malayo), que subirá hasta casi 600 metros. 

Como en casi todas las ciudades malaya, Kuala Lumpur cuenta con importantes barrios chino e indio, con sus correspondientes templos y comercios de comida propia. Y hablando de gastronomia, vale la pena hablar de los hawkers o food courts, espacios de restauración muy típicos del país (ver la sección "Imprescindibles") y presentes en todos los barrios y centros comerciales. 

Plaza de la independencia 

El corazón histórico de la ciudad es la plaza Merdeka, flanqueada por edificios de estilo mogol, con toques británicos u holandeses, según el caso, muchos de ellos reconvertidos en edificios administrativos o culturales:  ayuntamiento, ministerio de Turismo, Galeria Nacional, etc. Para conocer algo más de la cultura malaya, nosotros visitamos el Museo Nacional, no demasiado grande pero suficiente para hacer un recorrido por la historia de este país. 

Finalmente, una de las visitas más populares, tanto para los nacionales como para los extranjeros, es el de las Cuevas de Batu, al norte de Kuala Lumpur. Cuenta con varias cuevas visitables: Temple Cave, a la que se accede por una escalinata de 272 escalones flanqueada por una colosal estatua de Lord Murugan (42 m), alberga varios templos hindúes; Ramayana Cave, decorada con escenas del poema épico Ramayana; Dark Cave, que no pudimos visitar al estar cerrada. 

Cuevas Batu

Nuestra primera impresión de Malasia fue realmente positiva. Aún viniendo de Singapur, nos sorprendió (para bien) la diferencia con Indonesia y la heterogeneidad que se aprecia en la sociedad malaya. Es cierto que se aprecian diferencias socio-económicas entre comunidades (los chinos estarían en lo alto de la pirámide, los indios en la parte baja), pero se nota menos pobreza y más desarrollo en general. Incluso llama la atencion la perfecta convivencia entre religiones, aún siendo el Islam la religión oficial de Malasia. La única nota negativa sigue siendo el calor húmedo que sufrimos a diario, aunque las lluvias vespertinas (y el aire acondicionado) ayudan a mitigarlo en cierta medida. Nuestra próxima parada nos llevará a las montañas, por lo que, en ese aspecto, tendremos un respiro.

Colorido templo hindú 

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