19 Mar
19Mar

Al salir de Palenque, poco nos podíamos imaginar que íbamos a pasar una de las jornadas más duras hasta ahora de nuestro viaje. 

En efecto, la carretera a San Cristóbal de las Casas es una de las peores de México, con cientos de badenes, baches continuos, tramos en obra y curvas sin fin que no permiten adelantar camiones. Lo de los badenes (topes los llaman aquí) da para un artículo aparte ya que los hay de todos los tamaños y alturas; en general, se tienen que pasar en primera o segunda y los puedes encontrar en cualquier sitio, muchas veces sin señalizar. Por si fuera poco, esa carretera es conocida por sufrir frecuentes bloqueos de campesinos, aunque por suerte eso no lo vivimos.

Como resultado, tardamos más de 6 horas en coche para hacer un trayecto de 219 kilómetros. Una verdadera odisea. 

La ciudad de San Cristóbal de las Casas, fundada en 1528 por Diego de Mazariegos, es una agradable y bulliciosa ciudad ubicada a 2.200 metros de altitud. Sin tener edificios monumentales o murallas como Campeche, sí destaca por sus coloridas calles, su magnífica artesanía y su clima suave. Lo más impresionante es el ajetreo continuo de gente y vendedores ambulantes, así como la omnipresencia de autóctonos vestidos de manera tradicional (sobre todo las mujeres). 

Mercado

San Cristóbal es una ciudad culturalmente muy activa y reivindicativa (fue una de las cunas del movimiento zapatista en los noventa), con muchos locales bien diseñados y cuidados, que atrae a turistas de toda clase: desde mochileros a familias, tanto mexicanos como foráneos. Son de destacar sobre todo sus hoteles, la gran mayoría ubicados en grandes casas coloniales con patios interiores espléndidos y acogedores. 

Los 3 días que estuvimos allí no salimos de la ciudad y aprovechamos el tiempo para pasear y descansar. Bien es verdad que el primer día, no acostumbrados a la altitud, notamos el cansancio y la falta de oxígeno, por lo que nos lo tomamos con calma. El solo hecho de subir a los cerros de Guadalupe y San Cristóbal (dos pequeñas colinas en realidad) nos costó dios y ayuda.

Na Bolom

Los días siguientes, ya más aclimatados, pudimos visitar algunos museos como la casa Na Bolom, donde residieron Frans Blom y Gertrude Duby, una pareja de exploradores y defensores de los pueblos y culturas de Chiapas; o el Museo de Arqueología y Textiles de Chiapas, con una interesante muestra de tejidos del sur de México y Guatemala. 

Donde no tuvimos suerte fue con las Iglesias y la Catedral, pues todas estaban cerradas por reformas, aunque no vimos rastros de obreros, por lo que imagino que su reapertura no será imminente. 

Otra de las características de la ciudad son sus dos calles peatonales (las llaman andadores), siempre atestadas de gentes, con tiendas, bares y restaurantes,  y puestos de comida de toda clase. El andador de Guadalupe va de este a oeste y el andador eclesiástico va de norte a sur. En este último se encuentra el Café Revolución, un simpático bar al que acudimos a ver música en directo una de las  noches. 

Andador de Guadalupe 

Como el lunes 18 teníamos que salir temprano de camino a Guatemala, el día anterior fuimos a Tuxtla Gutiérrez - la capital del estado de Chiapas- a devolver nuestro coche de alquiler. Aprovechamos el trayecto para visitar el Cañón del Sumidero, con sus impresionantes paredes de 1000 metros de altura. Aunque se puede recorrer en barco, la falta de tiempo hizo que nos decantáramos por verlo desde los diversos miradores que se encuentran en la parte superior del mismo. Bastante impresionante. 

Cañón del Sumidero Nuestra impresión general de San Cristóbal ha sido muy positiva. Tiene una alegría y una vida que no habíamos visto hasta ahora, salvo en Cancún. Además, es una ciudad con un clima más que agradable (en comparación con lo vivido hasta ahora) que atrae a muchos extranjeros que se acaban instalando allí. 


Esto no quita que se note la pobreza de la población local y la falta de infraestructuras, muy por debajo de los estándares a los que estamos acostumbrados en Europa. Como muestra, lo que nos sucedió: uno de los días, nos quedamos sin agua en la casa que habíamos alquilado y nos enteramos que solo se distribuía agua dos veces a la semana, por lo que la gente tiene depósitos encima de los tejados. Si lo vacías antes de tiempo, tienes un problema. 

Aún así, es una ciudad que recomiendo vivamente y a la que no descarto volver.

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