La subida al volcan, aunque la efectuamos a ritmo rápido, no fue demasiado dura ya que el desnivel era escaso. Desde una de las laderas pude observar, desde cierta distancia, un río de lava y pude recrearme en el paisaje lunar que queda tras una erupción.
Nuestro guía, Neri, nos contó que una de las últimas grandes erupciones tuvo lugar en el 2014 y había destruido 500 casas, entre otras la suya.
Os dejo algunas fotos.